En un lugar privilegiado a quince kilómetros al sur de Almonte, en la linde de Doñana y presintiendo el mar, brilla la Ermita de El Rocío, que alberga a su virgen, la Blanca Paloma y Reina de las Marismas.
Cuatro caminos te llevan hasta la aldea: Camino de Sanlúcar por Doñana, de los Llanos desde Almonte; Camino de Moguer a poniente y del Ajolí a levante. Desde los cuatro puntos cardinales, El Rocío es, en lo más profundo de nuestra gente del Condado, la devoción y el latir colectivo que conjugan de manera pluscuamperfecta la religiosidad popular y la fe con el júbilo y la alegría de nuestras fiestas y romerías.
Cada año, por Pentecostés más de un millón de personas se trasladan en peregrinación para venerar a la Reina de las Marismas, la Virgen del Rocío. Corazones de colores llenos de sueños y de promesas, de alegrías y de rezos, sienten este lugar único en el mundo, lleno de espiritualidad y magia. Otro Rocío, el Chico, en agosto, y cada siete años se traslada La pastora a su Almonte querido en momentos de devoción, pasión y recuerdo.